Según las últimas estimaciones presentadas por la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR, la superficie total implantada alcanzaría unas 3,3 millones de toneladas, lo cual representaría una caída del 23% con respecto al año anterior. Estas proyecciones son provisorias y, considerando la amplia ventana de siembra para el cultivo (la cual se extiende hasta fin de año), aún existen posibilidades de que la situación se revierta parcialmente, como así también que el cultivo pierda un área aún mayor.
Las condiciones climáticas a regir durante el próximo semestre se verían marcadas por un exceso de precipitaciones propio de un intenso fenómeno de El Niño. Ello podría dificultar no sólo la siembra sino el secado de los planteos tardíos de maíz. Muchos esperan a la definición del proceso eleccionario presidencial, que podría traer algún guiño de un cambio en lo que respecta a políticas comerciales y cambiarias. En las últimas semanas el mercado de futuros doméstico parece empezar a descontar al menos la segunda variable ante la presión que ejerce un real en sus mínimos históricos y el desasosiego generado por las nuevas medidas que rigen sobre la valuación de tenencias de fondos comunes de inversión. A pesar del desánimo, tanto el mercado local como el externo mostraron cierta firmeza, y a pesar de que parece tarde como para recuperar el nivel de producción hacia la próxima campaña, los mismos podrían premiar a quienes se hayan aventurado a las tareas de sembrar maíz.
Los valores en Chicago aportan lo suyo manteniéndose firmes y cerrando la semana con un saldo levemente positivo. Ya no existe tanta inquietud en lo que hace al tamaño de la cosecha norteamericana. Si bien los reportes de la recolección temprana estarían mostrando resultados dispares, apuntarían en general a rindes por debajo de los proyectados por el Departamento de Agricultura norteamericano (USDA). El avance de la trilla relevado por este mismo organismo (de un 10%) se mostró levemente atrasado en relación a lo esperado por analistas (un 13%), dadas las precipitaciones que alcanzaron al grueso del Medio Oeste durante la semana pasada.
Si bien la depreciación del real frente al dólar (de casi un 50% en lo que va del año) continúa generando escepticismo respecto al potencial exportador de las principales commodities agrícolas norteamericanas (el maíz y la soja), la aceleración de los compromisos para la nueva cosecha en las últimas semanas, en especial para la soja, han otorgado soporte desde la demanda. No obstante, el alza del tipo cambiario brasilero podría desincentivar las exportaciones de etanol hacia aquel país en un momento en el que el biocombustible parecía fortalecerse a espaldas de una recuperación en el crudo.
Las mejores perspectivas para la demanda externa del grano local poseen un alto grado de incertidumbre dada su dependencia del conjunto de políticas que se apliquen en los meses próximos hasta el inicio de la cosecha. Por un lado, ello se evidencia en el lento ritmo de comercialización hacia la nueva campaña. Las compras por parte de la exportación al miércoles pasado ni siquiera alcanzaron las 215 mil toneladas. A esta misma altura del año pasado eran casi el doble, y de cara al ciclo 13/14 cuatro veces mayores; lo cual resulta llamativo considerando una caída del área cercana al 23%.