Pilay, la empresa de administración de ahorros e inversiones inmobiliarias, marca el andar del rubro en Rosario y fundamentalmente en la Zona Oeste con el crecimiento de su proyecto Los Pasos, un condominio frente al Estadio Mundialista de Hockey “Luciana Aymar”. Además, no pierde de vista su propósito de expansión y apunta al fortalecimiento del mercado en Funes.
La primera etapa ya está en construcción y significan 380 departamentos. Según Fernando Baracat, tendrán un plazo de terminación de 24 meses. Asimismo, adelantó que ya tienen diagramada la segunda etapa donde se buscará alcanzar las 800 unidades.
Los condominios son una tendencia en el sector y Pilay viene trabajando en ellos desde muchos antes que la pandemia atraviese el mundo. “Cuando arrancamos con la idea, muchos años antes de la pandemia, eran apuestas jugadas, pero estamos muy satisfechos con el resultado y la demanda que vienen teniendo”, apuntó Baracat.
En esta línea, sólo en 2021 se entregaron 10 edificios con casi 700 unidades. La inversión en la ciudad superó los 3 mil millones de pesos y a nivel provincial estuvo cerca de los 5.200 millones. “Fue un año de relanzamiento y nueva velocidad de ejecución de proyectos, lo cual nos abre la esperanza de que el 2022 sea muy positivo”, esgrimió el empresario y agregó que todos sus proyectos cuentan con una cochera y una parrilla por unidad, un SUM y con acceso a amplios espacios verdes.
Actualmente, y ya pensando en el futuro, Pilay trabaja en nueve proyectos ubicados en el centro de Rosario, los cuales incluyen unos 630 departamentos en construcción. Ya tienen compradas otras cuatro nuevas ubicaciones que sumarán unos 350 departamentos más.
En este contexto, la firma santafesina busca dar sus primeros pasos en una zona de alto impulso: Funes.
La ciudad aledaña a Rosario es señalada por el gerente como “una de las plazas que más está creciendo” y señaló que piensan instalar allí nuevos desarrollos de condominios: “Estas construcciones equilibran la idea de tranquilidad y seguridad con vivir en un espacio reducido y con el mantenimiento delegado a un consorcio”.
Con respecto al impulso que cobró la zona oeste de la ciudad y la localidad aledaña, Baracat explicó: “Acá hay cuestiones culturales que se venían desarrollando antes de la pandemia y que se aceleraron. Las familias tenían necesidad de vivir en lugares más verdes y seguros. El confinamiento permitió que mucha gente tenga un régimen de trabajo compartido por lo que estos lugares alejados de la urbe se volvieron más compatibles con la vida laboral”.
