Inflación: el gobierno intenta preservarla sin que se note

Los datos del IPC de enero difundidos el lunes confirmaron un arranque muy fuerte de la inflación y no era para menos. En el año 2021, pero sobre todo en el último trimestre, el Banco Central batió récord de emisión monetaria y aunque en enero la demanda de pesos aumentó un poco por las vacaciones, la realidad es que oferta aumentó tanto que, ni con los instrumentos con los que interviene en el mercado, compensaron el exceso monetario.

Con esto quiero refirmar, una vez más, que la inflación es un fenómeno monetario, aunque pueda haber otros elementos que lo alimenten, como la desconfianza de los operadores o la suba de los precios internacionales que afectan a nuestros bienes transables o exportables.

Aunque parezca mentira, los únicos preocupados por la inflación son los salariados y los jubilados porque el resto aprendió a sacarle provecho. El que más aprendió de las ventajas de la inflación es el Estado. Primero, aprendió que es el impuesto más fácil de cobrar porque, además, podés echarle la culpa a los empresarios y la gente se lo cree. Además, le permite licuar las deudas en pesos, ya sea con proveedores como empleados estatales y jubilados.

Si se repasan las declaraciones del ministro Guzmán, cuando anunció las bases del entendimiento con el FMI, se puede advertir que había explicaciones a medias. El ministro dijo que iban a disminuir el déficit fiscal sin ajustes, sin más impuestos sino solamente con crecimiento de la economía y persiguiendo la evasión. Además, afirmó que el FMI le permitió aumentar el gasto en términos reales con la intención de dinamizar la economía a través de la obra pública.

Esta claro que, no teniendo financiamiento externo, por más que el FMI lo ayude devolviéndole lo que ya se pagó para vuelva a pagar, la ecuación no cierra. La expectativa es mantener alta la inflación, con dos objetivos: la primera, aumentar la recaudación impositiva, sobre todos aquellos impuestos ligados a la actividad económica. La segunda, licuar sus obligaciones con proveedores, empleados y jubilados, que suman un 75% de las erogaciones del Estado.

El FMI tiene claro esto, y aunque se han comprometido a bajar los niveles de emisión, están preocupados por las últimas subas, en las cuales hay un contenido importante de incertidumbre. De todos modos, como el eventual acuerdo al que llegarían sería por tres años, para que lo renueve el próximo gobierno, el organismo se mostrará flexible en el tema inflación y pondría más acento en reducir el déficit fiscal.

Está claro que la inflación, al ser un fenómeno monetario, solo puede ser generado por el Estado. Pues bien, ahora, el mismo Estado que genera inflación busca forma para evitar las alzas de precios para que no incida en los índices y para que no perjudique el consumo. Si afecta el consumo, le cae la recaudación.

En principio, se insistió con el tema de Precios Cuidados, aumentando la cantidad de productos incluidos. No obstante, todos estos rubros son los que más aumentan por las empresas recurren a sacar marcas alternativas que ponen en los programas y la gente tiende a consumir las marcas clásicas, aunque hay segmentos que van a segundas marcas, pero no todas están en los listados. Además, al mantenerlos congelados por mucho tiempo el desabastecimiento es notorio

Los controles de precio nunca dieron resultados. Al menos hay registros de intentos en los últimos 4.000 años y nunca funcionaron. ¿Porqué darían resultado ahora? El problema es que no son los precios de los productos los que crecen, sino que el peso, como como moneda, pierde valor ya que al fabricarse más moneda que la que demanda el mercado, ese bien tiende a bajar de precio.

No obstante, en este voluntarismo ideológico, los funcionarios siguen haciendo intentos y ahora salió la idea de crear una empresa nacional estatal que se encargue de comercializar los productos, sobre todo futas y hortalizas, para evitar subas bruscas o estacionales. Los funcionarios aducen que están interviniendo oligopolios en las cadenas de valor y hacen referencia a las subas de precio de la lechuga, la papa o el tomate.

Por donde se lo mire es un absurdo y no es más que una burda forma de intentar avanzar sobre toda la economía, siguiendo los modelos chavistas, que es la máxima aspiración del kirchnerismo. Todo sabemos que lo de la lechuga fue una situación de calor anormal que quemó la producción en los cinturones hortícolas de las grandes ciudades.

Sin embargo, los funcionarios sostienen que intervinieron oligopolios. ¿Alguien puede identificar al oligopolio de la lechuga? Porque si es posible identificarlo es posible sancionar, porque es que una práctica prohibida en nuestra legislación. De la misma forma sería interesante identificar al oligopolio de la papa y al del tomate.

Realmente son cosas sin sentido, pero las tiran como globos de ensayo. Si nadie se queja, avanzan rápidamente. Y como siempre, las culpas se echan al sector empresario y si no pueden identificarlos, acusan a la “intermediación parasitaria”, otra denominación muy marketinera sin demostración clara.

En realidad, el problema sigue siendo la inflación y la carga impositiva. Mientras esto no se solucione no habrá posibilidades de encontrar una vía más lógica. Reitero, tampoco está interesado el Gobierno en bajar la inflación por las razones que ya advertimos.

Para los consumidores espera un año muy difícil. El año puede cerrar con un registro cercano al 60% anual y este es un número que, sin no lo bajan con rapidez, puede acelerarse y adquirir una dinámica similar a un tren en velocidad de descarrilamiento. Y es probable que, como quiere el gobierno, se vuelvan a licuar deudas, salarios y jubilaciones.

Fuente: Memo

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