Subcampeones, con la frente bien alta

Fueron 120 minutos tensos, un empate 0 a 0 en los 90 minutos que no se destrabó, pese a que hubo ocasiones de gol. Hasta que a ocho minutos del final, apareció Mario Goetze, tras un desborde por la izquierda de Schürrle. La paró de pecho y definió. Esta vez, Sergio Romero, de lo mejor de la Argentina en el Mundial, nada pudo hacer. Sólo quedó tiempo para intentos desesperados. Ya era tarde.

El capitán argentino se lamentó por no poder lograr el objetivo de “llevar la Copa a la Argentina”.

“Merecíamos un poco más después del partido que hicimos, me voy muy dolido por no poder llevar la Copa a Argentina”, afirmó el 10.

Además, le restó importancia al Balón de Oro que recibió como mejor jugador del Mundial. 

“En este momento no me importa nada, ni un premio, nada de nada. Sólo quería levantar la Copa y llevarla a Argentina, el dolor es muy grande”, cerró el delantero.

La Argentina llegó al Mundial con sus figuras, como Messi, Agüero, Di María e Higuaín, y terminó en la final por las manos de Romero, por el esfuerzo de Mascherano, por afianzar una dupla central como Demichelis y Garay, muy destacada en los últimos tres partidos. Fue la Copa del Mundo en la que funcionó mejor lo que más dudas generaba, principalmente en los partidos más calientes.

Messi terminó su Mundial de mayor a menor. Empezó bien arriba con cuatro goles en la primera rueda. Fue sin dudas el hombre que clasificó a un equipo que despertaba más dudas que certezas. Sin embargo, no apareció ante Holanda y Alemania, los partidos que el mundo le reclamaba para consagrarlo rey. Terminó con un tiro libre muy desviado, caminando con rumbo errante, un recuerdo del otro Messi, el previo a la llegada de Sabella al banco de la selección. A los pocos minutos, Leo se sorprendió al ser reconocido con el Balón de Oro, el mejor del torneo.

La selección esperó a Alemania, un rival superior. Fue un equipo corto para robar y salir rápido. Funcionó en el primer tiempo, cuando casi sin la pelota generó el mismo o más peligro que los europeos. En el segundo tiempo, no fue bueno el cambio de Agüero, en muy baja forma, por Lavezzi, de lo mejor de la mitad inicial. ¿Estaría lesionado? La selección se fue diluyendo. La defensa y el medio no aguantaron, después de tanto desgaste. Con tres suplementarios, la Argentina jugó un partido más en el Mundial.

Se terminó la Copa del Mundo con una sabor agrio. La última imagen es la de un equipo desesperado por empatar, pero eso no debe nublar la mente. Esta selección devolvió a la Argentina a los primeros planos, a jugar una final, tras 24 años. Un subcampeonato que debería servir para recuperar el respeto tan extraviado en los últimos años, porque en la derrota también se puede ganar.

 

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